Mediumnidad
Emma Lluna
¿Qué siente realmente un Medium cuando se conecta con el “otro lado”?
Ser Medium no es solo recibir un mensaje; es experimentar algo que va más allá de los sentidos habituales. Cuando me conecto con el mundo espiritual, a menudo siento una especie de vibración o cambio en la energía que me rodea. ¿Sabías que cada espíritu tiene su “firma energética”? Es como si pudieras reconocer a una persona en la oscuridad solo por su presencia. Esta sensación puede ser cálida, reconfortante, o incluso tan intensa que parece llenar el espacio. Para un Medium, estas sensaciones son señales de que alguien del “otro lado” está tratando de comunicarse. Pero, ¿te has preguntado qué buscan decirnos los espíritus? A menudo, el mensaje no es solo para quien consulta, sino también para la evolución del espíritu mismo.
¿Cómo sabe un Medium que el mensaje es auténtico y no una creación de su mente?
Es una pregunta que también me he hecho en varias ocasiones. La mediumnidad requiere una especie de “rendición” en la que el Medium se convierte en un canal puro, dejando a un lado sus propias expectativas o ideas. Cuando un mensaje llega, suele venir acompañado de una certeza inexplicable, una sensación de verdad. Además, muchos Mediums experimentan “pruebas” que validan el mensaje, detalles específicos que no podrían haberse inventado. ¿Te imaginas recibir un mensaje con información que solo tú conocías? Es ahí donde reside la magia de la mediumnidad: en esos momentos en que la información trasciende lo que un Medium podría saber o imaginar.
¿Por qué algunos Mediums sienten que están conectados con “otras dimensiones”?
La idea de que existen múltiples planos de existencia es fascinante y, en la mediumnidad, se siente con fuerza. Muchos Mediums describen que, al conectar con un espíritu, es como si estuvieran sintonizando una frecuencia de otra “dimensión” de la realidad. Este espacio no es visible para el ojo humano, pero sí perceptible en forma de sensaciones, visiones o incluso aromas. Allan Kardec hablaba de esto como el “periespíritu”, una especie de cuerpo energético que permite al espíritu manifestarse. Imagina estar en una habitación y percibir, de pronto, que algo invisible está presente y transmite un mensaje. Es una experiencia que desafía la lógica, pero que abre la puerta a dimensiones más allá de lo físico.
¿Es posible que todos tengamos algo de Medium?
Esta es una de las preguntas más interesantes en mediumnidad. Muchas personas experimentan conexiones inexplicables, intuiciones o incluso sueños en los que sienten que alguien del “otro lado” les habla. Si bien todos podemos tener destellos de percepción espiritual, un Medium ha desarrollado una sensibilidad especial para sintonizar con esos mensajes. En realidad, todos tenemos un potencial latente de conexión, pero el Medium lo ha cultivado y entrenado para hacerlo de forma consciente y precisa. ¿Te imaginas qué podrías percibir si empezaras a abrirte a esas sensaciones más sutiles? La mediumnidad es, en el fondo, una habilidad que conecta con lo que ya llevamos dentro.
¿Pueden los Mediums realmente “ver” el mundo espiritual?
La respuesta no es tan simple. Ver, en el contexto de la mediumnidad, no siempre significa una visión como la que experimentamos en la vida cotidiana. Muchos Mediums perciben imágenes mentales, como fragmentos de recuerdos o escenas que transmiten el mensaje del espíritu. Algunos pueden ver formas o sombras, mientras que otros tienen una sensación de presencia o reciben mensajes en forma de palabras o sonidos internos. Cada Medium experimenta el mundo espiritual de forma única, como si cada uno tuviera su propio “idioma” para conectar con lo invisible. Esta capacidad de “ver” va más allá de los sentidos y nos recuerda que existen múltiples maneras de percibir la realidad, mucho más allá de lo que imaginamos.
¿Qué pueden decirnos los espíritus a través de un Medium?
Los mensajes que llegan desde el otro lado pueden ser sorprendentemente sencillos o, a veces, profundamente transformadores. A menudo, los espíritus buscan resolver asuntos pendientes, transmitir su amor o incluso guiar al consultante hacia decisiones importantes. Curiosamente, el Medium no tiene control sobre qué espíritu se presenta ni sobre el mensaje que se comunica; es el propio espíritu quien elige qué compartir. Es fascinante pensar que, más allá de nuestro mundo físico, existen seres que aún desean participar en nuestra vida, transmitiendo enseñanzas y recordándonos que la conexión no se pierde con la muerte. ¿Te has preguntado alguna vez qué podría querer decirte un ser querido que ya no está? Quizás la respuesta esté mucho más cerca de lo que imaginas.
¿Cómo se originó el espiritismo y qué papel juega el Medium en esta doctrina?
Lo que realmente me fascina de los orígenes del espiritismo es cómo Allan Kardec, un pedagogo con espíritu científico, convirtió su asombro inicial por los fenómenos espirituales en una investigación metódica y objetiva. Para Kardec, el espiritismo no era una creencia ciega, sino una ciencia del alma. Comenzó usando su propio pseudónimo para estudiar estos fenómenos desde la distancia, manteniendo su reputación académica mientras documentaba los relatos de contactos con el “otro lado”. ¿Sabías que Kardec no veía a los Mediums como “elegidos”? Para él, ser Medium no era un don mágico, sino una capacidad humana que, como cualquier otra, podía cultivarse y desarrollarse. Imagina lo revolucionario de esta idea en el siglo XIX: un campo de estudio sobre el más allá que cualquiera podía explorar con la preparación adecuada.
Kardec consideraba la mediumnidad como una extensión de la sensibilidad humana, un fenómeno casi “biológico”, que permitía a ciertos individuos actuar como puentes entre el mundo físico y el espiritual. Con su mentalidad científica y su metodología de observación rigurosa, Kardec fue el primero en formalizar una teoría que proponía que la mediumnidad podía tener su origen en nuestra propia naturaleza humana. Desde este enfoque, el Medium no es alguien extraordinario, sino una persona con una disposición especial para percibir lo que la mayoría no ve: una manifestación de la conciencia que trasciende lo puramente material.
¿Te has preguntado por qué alguien como Kardec se tomaría tantas molestias para organizar estos conceptos de forma tan pedagógica? Quizás porque, como pedagogo, entendía que una doctrina espiritual debía ser accesible y comprensible para todos. Así, creó un sistema que no solo explicaba los fenómenos espirituales, sino que también les daba un propósito claro: enseñar a la humanidad sobre su verdadera naturaleza y el potencial de la conciencia.
¿Qué nos enseñó Allan Kardec sobre la mediumnidad y la continuidad de la conciencia?
Lo que más me intriga de Allan Kardec es cómo logró unir ciencia, espiritualidad y pedagogía en una sola doctrina. Kardec, con su formación científica y su enfoque metódico, transformó el espiritismo en una disciplina casi experimental. ¿Sabías que él fue uno de los primeros en proponer la idea de que nuestra conciencia podría perdurar más allá de la muerte? Hoy en día, estudios sobre experiencias cercanas a la muerte y el concepto de “conciencia no local” respaldan algo que Kardec intuyó hace más de un siglo: la conciencia no está necesariamente limitada al cuerpo físico.
Para Kardec, la mediumnidad no era solo un don misterioso, sino una forma de acceder a esta conciencia que sobrevive a la muerte. En sus estudios con Mediums, documentó minuciosamente los mensajes de espíritus que parecían mantener recuerdos, emociones y enseñanzas de sus vidas terrenales. Esta idea de la continuidad de la conciencia iba en contra de las creencias materialistas de la época y sugería que la muerte era solo una transición a otro estado de existencia.
Pero hay algo aún más revolucionario en su pensamiento: la igualdad del espíritu. Kardec creía firmemente que, en el plano espiritual, no existen las jerarquías sociales o de poder que encontramos en la vida material. Todos los espíritus, independientemente de su clase, género o posición en vida, eran iguales y podían evolucionar en su camino hacia el conocimiento y la perfección. Esta visión de igualdad espiritual fue pionera, y aún hoy en día resulta inspiradora porque plantea una base de respeto y desarrollo universal para todas las almas.