Mi método para ayudar a la gente

¿Cuál es mi método?

Si pudiera preguntarle a alguien qué método utiliza para “oler algo” probablemente me respondería que ninguno. Con la videncia ocurre algo similar. Existe un procesamiento perceptivo más que racional, aunque sí que es cierto, que con los años he aprendido a estructurar una experiencia más consciente para poder ayudar mejor a los que me consultan.

No obstante, si tuviera que definir mi forma de trabajar, ésta no radicaría tanto en cómo hago las cosas, que ni lo sé (del mismo modo que en el ejemplo anterior alguien no sabe cómo hace para activar su sentido del olfato), sino en qué valores sigo para ponerlas en marcha.

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¿Y cómo son las sesiones?

Creo que la mejor manera de explicar cómo son las sesiones es a través de un ejemplo, ya que son tan diversas como los temas por los cuales se me consulta. Para concretar un poco voy a poner el caso de una mujer que me llamó no hace mucho para preguntarme si su marido le era infiel.

En cuanto descolgó el teléfono me invadió la angustia de lo que Marta sentía. Es como si pudiera conectar con sus ojos, con sus miedos. Como si en mis pensamientos apareciera la preocupación de que su marido le es infiel. Empiezan a llegar a mi mente imágenes de cómo él se muestra distante, pendiente del móvil, en ocasiones extremadamente amable y en otras irritable. No la conozco, pero siento cómo al conectar con sus preocupaciones, conecto también con las de su marido. Es caótico y agotador. Si tuviera que describir la situación, sería como la de introducirme en cuerpos que no son los míos para poder acceder a la mente. En ese momento veo que existe otra persona, que no se trata de una aventura, sino que en él existe un vínculo ya creado y la frustración de no poder verla por estar con su mujer. Siento como empieza a dudar con respecto al hecho de pedirle el divorcio, por lo que puedo advertir a mi clienta lo que sucede y aquello que pasará.

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¿Cómo contactar conmigo?

Contactar conmigo es muy sencillo. Sólo hay que llamar al teléfono que figura en la web, enviar un correo solicitando cita a [email protected] o escribir un whats app al 679381646. Este último es el método que más recomiendo puesto que hoy en día nos permite responder en cualquier momento.

Al otro lado os atenderá mi secretaria. Es una persona de confianza que se encarga de gestionar mi agenda y que os ofrecerá aquellas citas que se adapten mejor a vuestras necesidades.

Sé que hay videntes sin gabinete que siempre están disponibles al otro lado del teléfono, no obstante, en mi caso, el volumen de llamadas me lo impide. Es por eso que solo puedo atender con cita previa. En cuanto al importe de las consultas, éstas pueden ser de 15 minutos, con un coste de 60 euros, o de 30 minutos, por 100 euros. El pago puede realizarse mediante transferencia bancaria o tarjeta de crédito y en cuanto se hace efectivo queda confirmada la sesión.

Finalmente, me pongo en contacto con la persona en la fecha y hora pactada, a través de una llamada que realizo directamente para que el cliente no tenga que preocuparse de nada.

EMMA LLUNA

VIDENTE SIN GABINETE

+34 679 381 646

60

/15 MIN

100

/30 MIN

GABINETE DE LUZ

"LA ADIVINADORA"
(VIDENTE TAROTISTA RECOMENDADA)

+34 931 517 842

40

/30 MIN

Para contratar mis servicios de adivinación se debe hacer bajo cita previa debido al volumen de llamadas.
El servicio de recepción de llamadas es de lunes a domingo, las 24 horas.

En el caso de que necesites una cita inmediata o de que no puedas permitirte el coste de una sesión conmigo, te recomiendo a Luz. NO trabajamos juntas, pero sé que ella funciona bien y no te va a engañar.


Mi método para ayudar a la gente

¿QUIÉN SOY?

Soy lo mismo que tu, vivo en el mismo mundo que tú, pero algo en mi ve diferente. Las hay que a eso le llaman “tener un don” o “ser vitente de nacimiento”, lo que, sinceramente hace que me cuestione la sinceridad de lo que dicen. Ver más allá de los sentidos, sin decidir qué se advierte, es realmente caótico. Creedme, recibir tanta información no es un don, sino una abrumadora experiencia que en ocasiones se hace difícil de manejar.

Desde pequeña quise ser normal. Observaba cómo jugaban mis hermanos, y sentía la impotencia de no poder hacer lo mismo. Era como una muchacha vieja, advirtiendo todo aquello que ocurriría y sin la magia que tiene el descubrir cosas nuevas. Consciente de cuáles eran las expectativas de mis padres, fui una buena estudiante, y realicé la carrera universitaria que sabía que tenía que cursar. No obstante, aún recuerdo la angustia de los últimos años, cuando tuve que soportar en silencio la certeza de que mi madre iba a morir. Era la única que lo “veía”, puesto que cuando la imagen empezó a cobrar fuerza, ella ni siquiera estaba enferma. Sin embargo, por miedo a contarle a nadie lo que me ocurría, callé. Sabía que si explicaba lo que podía percibir iban a interpretarlo como una preocupación, en cuyo caso me enviarían a un psicólogo; o lo que era peor, como un síntoma de locura. Así que deseé equivocarme con todas mis fuerzas, pero el deseo no bastó. Dos años después, ella se fue. Sentí cómo me ahogaba el vacío de su pérdida y la angustia de no haber dicho nada…

Hasta que un día entendí que mi madre me había dado la vida dos veces: la primera, cuando nací, y la segunda cuando se marchó, ya que con su muerte sentí la necesidad de entender quién era yo y acepté aquello que durante tanto tiempo se había mantenido escondido.

Aún recuerdo cómo cursaba un máster para especializarme y a la vez lo combinaba con otro tipo de estudios más “esotéricos”. Empecé a buscar respuestas que le dieran sentido a lo que me pasaba (astrología, tarot, etc.), para llegar a la misma conclusión de la que partía: todo es información, probabilidades de ocurrencia que aumentan y disminuyen configurando un universo caótico, al que nuestra consciencia otorga un sentido. De allí que las tarotistas, astrólogas, o personas que leen la mano (quiromancia) no hagan sino acceder a ese conocimiento a través de las diferentes técnicas, que en cierto modo, traducen lo que nuestra lógica no ve y con lo que yo convivía constantemente.